Amiga, te voy a confesar un secreto, pero por favor no reveles mi identidad; sé que estás metida en algunas organizaciones de estas que defienden y apoyan la vida. (Pro-vida) y llevo años y años soportando un dolor inmenso en mi corazón, que nada lo llena, nada. Sé que tú mejor que nadie me comprenderá, y estoy convencida de que si en lugar de haber encontrado una de esas clínicas horribles, hubiese encontrado un lugar de ayuda y apoyo; hoy mi hijo viviría.
Hace 25 años me quedé embarazada de mi tercer hijo, y económicamente estábamos estable, así es que no era motivo para negarle la vida a mi pobre niño. Una mañana yo muy feliz en la mesa desayunando junto a mi esposo le di la noticia; y él se enfadó hasta el punto de que tiró la cuchara por los suelos y me dijo; ¿Cómo me dices esto ahora? .... intenté tranquilizarle, pero con una mirada de indiferencia se marchó al trabajo y no dijo nada. Cuando volvió a la hora de la comida, le preparé su plato favorito; unas patatas fritas con un buen bistec de segundo, y de primero una sopa caliente que pegaba bien a la época, era invierno. Yo temblaba en la cocina, tomé valor y comencé a servirle, me senté a su lado, y traté de hacerle conversa, él solo hacía gestos y comía sin mirarme; cuando terminó de comer me miró y me dijo; no podemos tener otro hijo, así es que iremos lo antes posible a un centro de esos para evitar tenerlo. Te aseguro que el mundo se me vino encima, y le dije ¿Por qué? yo sí quiero tenerlo, ¿Qué te pasa? y me respondió, no le des más vuelta al asunto, se hace y punto; (llora desconsoladamente) yo aún siento a mi bebé amiga, lo siento dentro de mí, me lo arrancaron hace 25 años y es algo que llevaré conmigo toda mi vida. Cuando veo a jóvenes de su edad más o menos, me imagino a mi hijo y muchas veces intento evitarlo en la calle, o con los hijos de mis amigas, porque es como si una espada me atravesase el alma.
Si en ese entonces hubiesen existido centros de ayuda o al menos de información, quizás hoy mi hijo estaría conmigo. Mi marido me obligó a abortar. Por favor Tania, no dejes de luchar por la causa provida, muchas madres tenemos una agonía insuperable, un dolor inezplicable, y tú puedes evitárselo a muchas con todo lo que haces.
Y después de todos estos años ejerciendo de esposa ejemplar, resulta que mi marido se separa de mí y se marcha con otra. Al menos mis hijos ya están grandes, tienen su independencia, trabajan y están bien, y eso me hace feliz, pero lo otro es una tristeza que me embarga que no te puedo explicar del todo, y ahora la separación me ha hundido hasta el fondo, e intentaré por todos los medios salir de todo esto, y procurar no pensar mejor amiga mía. Gracias por todo lo que haces, gracias por permitirme desahogar todo este dolor, ya sabes que te aprecio como una hija, pero por favor no digas quien soy, solo mis hijos y ex-marido lo saben, y ahora tú.
No soy creyente, pero sé que algo hay, pues reza por mí, que yo no sé cómo hacerlo,
Un abrazo,
M.C.R